La baba de caracol contiene de manera natural una sustancia llamada Alantoína, que hace posible la regeneración de la piel. Los caracoles la producen naturalmente para regenerar sus propios tejidos, e inclusive su propia concha cuando ésta se rompe (con ayuda del calcio que obtienen de su dieta).

La función de la alantoína es estimular la proliferación celular y la reconstrucción de tejido. Las propiedades terapéuticas son efectivas cuando se usa como agente tópico.

La alantoína protege la piel de los rayos ultravioleta del sol, previniendo sus efectos negativos. Disminuye los edemas ayudando así a desinflamar las lesiones producidas en los golpes o torceduras.
En cosméticos, la alantoína se utiliza para incrementar su acción calmante, limpiadora y curativa.

Además, la alantoína tiene las ventajas de no ser tóxica ni irritante, y de ser efectiva a concentraciones bajas.

PROTEÍNAS Y VITAMINAS:
Nutren y suavizan la piel. Son obtenidas por los caracoles de los vegetales que conforman su dieta. Las proteínas contribuyen al buen estado trófico de la piel, pero las vitaminas tienen, además, propiedades antiinflamatorias, que en este caso potencia la acción de los antibióticos naturales contenidos en el mismo sustrato.